La primera píldora anticonceptiva se lanzó en Estados Unidos bajo la denominación de “Enovid”. Eran los comienzos de la década de los 60, tiempos cuya nota característica fueron los cambios favorables que experimentó la mujer respecto a su independencia. Hoy día, las féminas están posicionándose al mismo nivel que los hombres en cuanto a la conquista del terreno personal y laboral.
Antes las mujeres consumían la píldora anticonceptiva a sabiendas de los muchos riesgos que ello ocasionaba: cólicos, cáncer de ovario, enfermedades pélvicas, cardíacas o hipertensión. Actualmente, hablamos de un fármaco seguro y eficiente que incorpora importantes avances.
La mayoría de estos fármacos anticonceptivos son “píldoras combinadas” que contienen una mezcla de estrógeno y progesterona para evitar la ovulación. Ahora sus efectos secundarios se han minimizado, esto se ha logrado porque el medicamento en cuestión precisa de menos dosis para alcanzar el mismo resultado.
Algunos beneficios asociados a la toma de la píldora actual son la regulación del ciclo menstrual, la reducción de la duración y la cantidad del mismo (y por tanto de la anemia), el alivio de la dismenorrea o dolor menstrual, o el mantenimiento del bienestar emocional en los días previos o durante la menstruación.
A lo largo de los años también se ha demostrado que la toma de la píldora guarda una relación directa con la reducción de la incidencia de algunos tumores benignos como el de la mama o útero, o malignos como el de endometrio, colon u ovario.
A partir del año 2002, se ha dado luz verde a la comercialización de novedosos productos anticonceptivos. Surgen así los parches y los anillos. La salida al mercado de la píldora natural, llamada el «Qlaira», es lo último en dicha materia. Se trata de un anticonceptivo que libera el mismo estrógeno que produce de forma natural el cuerpo de la mujer. De este modo, se lucha contra la asimilación de hormonas artificiales por el organismo.