Sentir nervios es lo más normal del mundo cuando hablamos de amor. Y más todavía, cuando hablamos de esa atracción inicial que se siente y se experimenta en los inicios de cualquier proceso de seducción. La duda es una de las razones por las que podemos llegar a tener tantos nervios cuando sentimos algo especial por otra persona. La duda de saber si el otro siente lo mismo, la incertidumbre que implica el hecho de que tal vez, la historia no culmine en un noviazgo y se quede en nada. O mejor dicho, en una historia inacabada.
Hacer frente a los nervios de la primera cita puede ser un trabajo difícil desde un punto de vista emocional. Las expectativas de ese momento son tan altas que por eso mismo la presión aumenta. Ante este hecho, nada mejor que relativizar y entender que es mejor moderar los nervios porque te pueden jugar una mala pasada. Es decir, el exceso de ansiedad te impide mostrarte tal y como eres ante la otra persona. También te resulta más difícil pensar en un tema de conversación.
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