Amores que mueren


Los sentimientos pueden variar con el tiempo. Aquella persona a la que amabas profundamente ahora es sencillamente un buen amigo al que aprecias ¿A qué se deben estos cambios?

Cuando un individuo concreto experimenta una crisis personal, comienza a observas las situaciones desde una perspectiva diferente. Y mecanismos como el desamor empiezan a activarse. Debido a la carencia de sentimientos con la persona con quien convive, la persona se siente extraña. Así se convertirá en diferente su punto de vista y su implicación en la relación. Posiblemente buscará alternativas, planteamientos que hasta el momento no era capaz de gestar. Ahora es capaz de tomar una decisión meditada que aclare algunas dudas e incertidumbres sobre la relación.

El enorme deseo de querer vivir de otra forma, produce en el interior de la persona un desbloqueo que irremediablemente también le conduce a potenciar su intuición: La voz interior le dice “ahora es el momento, quiero crecer como persona”, y “ya me siento en paz para conseguir una mejor situación”. Normalmente el desamor no llega de un modo repentino. Se ha estado gestando durante largo tiempo y la pareja sufre en silencio.

El primer paso para tomar la decisión de una separación es duro. Los factores determinantes irán desde la edad y la capacidad de madurez que se tenga en ese momento hasta el trabajo estable, el apoyo emocional de la familia, los amigos y la familia nuclear como son los hijos.

Cuesta menos trabajo empezar una nueva vida entre los veinte y los treinta años. La persona se encuentra en la fase de construcción personal, en esta etapa de la vida las frustraciones se toleran poco. De los treinta a los cincuenta, los hijos y la vida material se valoran más, existe una balanza que busca equilibrarlos. Si se plantea la ruptura es porque se desea una vida acorde al crecimiento personal, a la forma de estabilidad que equilibra la manera de pensar. A partir de los cincuenta, la persona ha madurado emocionalmente, sus hijos ya han crecido y no cuentan como antes, la importancia reside en uno mismo.

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